martes, 11 de marzo de 2008

Now THAT is irony

Okey, entonces mientras estaba enredado en una relación cuyo único sostén era mitad la lástima que me daba terminarla, y mitad la ternura que me causaba Jezabel con esa especie de peulá que me dio para que me lleve conmigo al viaje, partía a destino con un porcentaje de mi inconsciente ocupado en la dura -y por mucho superior a sus fuerzas- tarea de tirarle onda a Jazzmin.
De todas las sorpresas que mi inconsciente y yo nos íbamos a llevar en ese viaje, la respuesta inesperada de Jazzmin se hubiera llevado el premio. Si no fuera porque muy en el fondo, escondida tras una puerta secreta de la oficina dónde aquél minúsculo porcentaje de inconsciente se encargaba de tirarle onda a Jazzmin, sin ninguna esperanza de éxito, se encontraba otra oficina dedicada a hacerme ignorar olímpicamente el hecho de que la familia de Jazzmin es increíblemente amiga de la familia de Jezabel y, lógicamente, ambas se conocen y no se llevan muy bien.
Así, con la mirada fija en un horrendo estacionamiento boliviano que debiera haber sido un paradisiaco océano pleno en sol de la tarde, el frío de la noche se me caló en los huesos con poca menos violencia que la negativa de Jazzmin a corresponder mis besos.
Y al preguntar por qué, haciéndome el pelotudo, nuevamente de manera olímpica, me respondió justamente aquello que yo no hubiera querido ilvanar en un razonamiento lógico. Pero sí, mi cerebro demostró ser, una vez más, más débil que mi inconsciente pero harto más fuerte que yo: Pocos meses antes de que se me presentara la oportunidad de estar con la chica con la que tengo ganas de estar desde hace cuatro años, comencé a salir con la única persona que podría evitar que, de presentarse la indescriptiblemente-poco-probable oportunidad de gustarle a dicha chica, aceptara estar conmigo.
Como quien dice, una pinturita.

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