Hoy fui a la casa de Jazzmin a tomar mate y a sacarle fotos al charango que me traje de Bolivia para revender en Mercado Libre. Pocas chicas son tan lindas como ella. Recordé en voz alta, recostado en su regazo, tapados los dos con mi recientemente adquirido poncho de lana de llama, mi último encuentro con Jezabel y lo desepcionante que fue. Incursioné en el tema de su relación con el chabón que conoció en su viaje a Israel (A quien, de ahora en más, me referiré como a "ese"), solo para demostrar que puedo ser su amigo -que según Sonya, después de la historia que tuvimos en el viaje, es muy hot- y que no lo veo como una amenaza.
Ese, es un año más grande que ella, estudia arquitectura en la UBA y va a bailar todos los fines de semana. Lo imagino cheto, sumamente fachero y cool, ergo bobo e insulso.
Me dicen que, por estos tiempos, eso hace que las mujeres se derritan. Damnit.
Las verdaderas preguntas, que han estado resonando en mi cabeza como rulos de tambor son:
- ¿Podría, máscaras aparte, ser amigo de Jazzmin sin la fé de que en algun momento de nuestras vidas vamos a estar juntos?
- ¿Me cae bien, o solo me atrae porque no pasó nada y es un saldo pendiente?
- ¿Debería presionarla?
Y Jezabel bien, gracias.
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