When you're worried, call me. I'll make you happy

El fin de semana pasado me fuí con Marvin a convivir veinticuatro horas en el departamento que, si el Dios que no existe quiere, vamos a co-usufructuar el año que viene en Caballito.
La idea era escribir algunos de los proyectos para Canal Encuentro y alrededor de una docena de artículos para la revista. Pero lo que más hicimos fue relajarnos con cervecitas, marihuana, jazz y montones de comida chatarra. Desde que Marvin me inició en su doctrina del relax veo el mundo diferente.
Ayer fui con Jezabel a ver un tributo a Oasis que tocaba en The Cavern.
Con sus contactos familiares nos recibieron como duques; con reservas en el VIP, entrada y cerveza gratis y sin hacer cola. Pensé que podría acostumbrarme a eso, pero a lo que seguro no podría acostumbrarme es a la personalidad auto-estresante de Jezabel.
Me recibió con anteojos, explicando que no se pudo poner los lentes de contacto, porque el stress del modelo de ONU le había inchado un ojo.
No paró de mirar para todos lados, para prevenir encuentros con conocidos (¡Les tiene pánico!).
Cuando volvíamos para su Dpto. en Palermo, ella recostada encima mío, se incorporó como a veinte paradas de la suya, para no pasarse.
Me contó que, en el micro de vuelta de Entre Ríos con sus amigos, le dio un ataque de pánico y tuvieron que parar para cambiarla a una combi o algo asi (Claro, ella es amiga de los pibes de la escuela de los que murieron en el accidente de micro el año pasado).

Reafirmo mi desición de no salir con Jezabel por un tiempo. Billetera matará galán, pero damiselas no.