Restario

Hoy me levanté a las doce y a eso de la una Gwendolyn me pasó a buscar para ir a comer un asado a lo de Jazzmín. Cuando lo vi a Garry me acordé que me había olvidado de llevarle las películas que me prestó, Marvin me reclamó que la remera que yo tenía puesta era de él y que se la había robado en el viaje al sur el verano pasado, mientras que yo estoy convencido de que los anteojos negros que tenía puestos Garry eran los mismos que yo pensaba haber perdido, mas o menos por la misma fecha.
A eso de las cuatro me volví a casa para estudiar un rato. Vi "Lo que ellas quieren" mechado con el partido de los pumas (Me causaba gracia el número diecisiete escocés. Estoy seguro de que es un oso que secuestraron del zoológico, afeitaron y lograron hacer que vista un uniforme, después de mojar la pelota en salsa de pescado para que trate de agarrarla) y desde entonces el tiempo se escurrió de mis manos como arena paraíso. Son alrededor de las once y diez de la noche y todavía no estudié lo que se dice naranja.
Pero: Le puse un orden a mi cuarto que, estoy seguro, durará cosa de tres días. Cambié las sábanas de mi cama, limpié con un trapo mi escritorio y el estante superior en dónde puse el órgano a descansar. Guardé mis cosas de filosofía y dejé una remera (Que había puesto hoy al sol, antes de ir al asado y que encontré tirada en la escalera de la pileta vacía cuando volví) lista para ponerme mañana por la mañana, cuando vaya al gimnasio. Puse a bajar dos discos de Martín Buscaglia y los Bochamakers y le dí una mínima acomodada a mi muy necesitada biblioteca, mientras se hacía la copia de "40 oz. to freedom" que dejé haciendo en la PC.
Seguro que pasaron más cosas, no sé. Me siento profundamente improductivo.