Ayer, en lo de Elaine, a Wanda le dolía mucho la panza. Fuimos a la guardia de La Trinidad y cuando estábamos en la sala de espera me dí cuenta de que me había dejado el celular en el Taxi. Al final resultó que lo de Wanda no era nada y nos tomamos otro taxi de vuelta a lo de Elaine, en el que me encontré un iPhone.
En lo de Elaine probamos de llamar un par de veces a mi celular, pero alguien -el tachero, casi seguro- lo había apagado. Yo llamé a los pocos contactos que tenía el iPhone, hasta que por suerte dí con alguien que le avisó a su dueña que lo tenía yo. Ella mandó un taxi a buscarlo y ahora debe estar de lo más contenta. Yo, por otra parte, pienso que la vida es injusta y que otro tachero acaba de consagrarse hijo de puta en la Ciudad de Buenos Aires.
sábado, 13 de febrero de 2010
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